por Mónica Graciela López
La tensión mundial por Taiwán podría beneficiar a Latinoamérica. La imagen es más que elocuente: una foto publicada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Taiwán en la que presidenta de la Cámara de Representantes de EE. UU., Nancy Pelosi, a la derecha, reacciona ante Chen Chu, presidente del Control Yuan y presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, durante una visita a un museo de derechos humanos en Taipei, el 3 de agosto de 2022.
Pelosi, se reunió con líderes en Taiwán a pesar de las advertencias de China y dijo este miércoles que ella y otros miembros del Congreso en una delegación visitante están demostrando que no abandonarán su compromiso con la autodeterminación de los pueblos.
Probablemente esto es lo que impulsaría a más empresas multinacionales a trasladar sus fábricas desde China hacia América Latina, para protegerse de posibles trabas en sus exportaciones.
Es paupérrima la mirada de los politólogos que sólo ven el aspecto económico, y el posible fracaso que tendrían los países hispanos en el aprovechamiento de esta supuesta oportunidad de oro.
¿Nadie piensa en lo que significa la intromisión del gigante asiático en las relaciones bilaterales de la pequeña Taiwán?
Tanto que defendemos los DERECHOS HUMANOS, pensemos en la imposibilidad de elegir, a la hora de las elecciones para cubrir los cargos del poder ejecutivo. Es decir, el unipartidismo. Eso es lo que rige en China. Y eso, a mí, que soy muy mayor, me suena a monarquía.
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