Por Alfredo Martín Olivera
Esta es la frase popular por antonomasia, popularizada por el cómico, escritor, actor y hombre de la cultura Roberto Gómez Bolaños, colocada en la boca de un personaje, (tal vez el más entrañable de los muñecos del bardo azteca), para expresarnos que estábamos protegidos por alguien, a quien podíamos ignorar y parafrasear, pero nunca ponderar por hacerse cargo de nuestros bienes y vidas.
Ese antihéroe era el llamado Chapulín Colorado (por su indumentaria), que con sus herramientas: el chipote chillón y las pastillas de chiquitolina, sumado a su olfato, que siempre lo sospechaba, por no contar con su astucia, ha calado hondo en la cultura popular latinoamericana.
Transcurrido los años y los sucesos, este ícono del humor social, también fue sustituido: o por imperio de las redes sociales, o por peso propio. Además, se han instaurado en el imaginario público que, o los jueces, que nacieron del orden constitucional o el periodismo, al que de la mano de Bernardo Neustad se llegó a autodenominar el cuarto poder, o los jueces, a veces, individuos horribles, más injustos que generosos, se entronizan, muchos de ellos, para hacer de su magistratura un negocio, a veces pingüe y, siempre, lamentable en sus efectos.
De los jueces y de los periodistas, como dicen en el campo, se encargó el tiempo de ponerlos en su lugar, como los melones, que se acomodan solos en el carro que les toca.
La voz popular descree casi en una generalidad de ellos, porque de los jueces, según Martin Fierro, hay que hacerse amigos y, a los periodistas, a veces, hay que pagarles, para que no den noticia.
En este maremágnum de confusión, apareció, la chimentera guionada VIVIANA CANOSA, especialista en desprestigio y calumnia, enojada en la primera semana de agosto, porque le impidieron publicar una entrevista, desprestigiando a un político en boga (¿?), incitando al escrache, como forma de descalificación política o funcional. La aludida Señora, tiene como guionista (a un a todas luces talentoso) y tuvo la fortuna de estar casada o en pareja con Sebastián Borenstein, hijo del famoso cómico TATO BORES, que tanto nos hacía reír, sobre todo a los de mi generación, con verdades que parecían lacerantemente cómicas o tragicómicas.
Es con su habilidad de desprestigio que, con el libreto de su consorte, se colocó en un auto percibido carácter de verdadera Fiscal, inmerecida y, como digo, argumentada esta mujer, claramente des ilustrada que, a veces, ni se preocupaba de darle un vistazo a los textos voluntariosamente enajenantes.
Los Capitanes, que mandan más que los marineros, impusieron su autoridad, y se evitó el escrache periodístico contra SERGIO MASSA, otro súper…al que se olvidaron de ponerle una capa por los poderes que acumula. Por eso se sintió tocada, por lo que refieren muchos como una censura, y sí, rondando en ella. Pero, se confundió con un control ético de calidad periodística, porque podrán los movimientos sociales o los inorgánicos de siempre, escrachar, cuales barrabravas en acción, pero nunca, un o una presunta heredera de Mariano Moreno, Sarmiento, Mitre, Esteban Echeverría, y muchos más que enaltecieron con su pluma el noble oficio periodístico.
¿Dónde nos fuimos?… Algunos dirán al carajo, lugar reservado, en castizo español, a la cumbre del palo mayor de los barcos militares del Siglo XV en adelante, en la Madre Patria. Yo opino, tratando de no ponerme serio, para no llorar desconsolado, no erraron darle el lugar que merecía, al libelo mediático…. Y el portón, a la niña, la excusa para irse de donde se quería ir. Además, este episodio se ha convertido en otro debate inútil, cuando el 40% de pobres demanda como ayuda social el 51% del Presupuesto Nacional, no aprobado por el Congreso.
Estoy pensando, seriamente si: ¿los herederos del Chavo del 8, el Chómpiras o el Dr. Chapatín, no podrán exigir, como parte de la historia, su rol de cancerberos de la cordura y la legalidad?…
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